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Las infecciones del tracto urinario (ITU), también conocidas como "infecciones de vejiga", se producen cuando bacterias entran en el sistema urinario e infectan el tejido circundante de la vejiga, causando síntomas como dolor, ardor, fiebre y aumento de la micción. Si no se trata de inmediato, una ITU puede provocar daño renal permanente.

Las infecciones del tracto urinario son muy comunes en las mujeres: aproximadamente el 70 % de las mujeres padecerá una infección del tracto urinario a lo largo de su vida, mientras que solo el 12 % de los hombres la padecerá [1] . Algunos factores que contribuyen a este mayor riesgo incluyen: retención urinaria, una uretra naturalmente corta (algo normal en el sistema urinario femenino), contaminación al limpiarse, uso de diafragma o anticonceptivos espermicidas, relaciones sexuales y cambios de pH en las regiones vaginal y urinaria.

El tratamiento más común para las infecciones del tracto urinario son los antibióticos; sin embargo, el uso excesivo de estos medicamentos puede provocar resistencia bacteriana, lo cual es un problema mucho mayor. Imagine tener tantas infecciones de vejiga y usar múltiples tratamientos con antibióticos a lo largo del tiempo que un día dejan de funcionar. Esto significa que sus opciones de tratamiento se ven muy limitadas, lo que lo pone en riesgo de sufrir complicaciones de infecciones urinarias, como daño renal.

En los últimos 10 años, la mayoría de los profesionales de la salud han cambiado su enfoque del tratamiento a la prevención, con el objetivo de ayudar a reducir la resistencia a los antibióticos. Los antibióticos recetados funcionan bien y con rapidez, pero si se usan con demasiada frecuencia, las bacterias se adaptan a estos medicamentos, volviéndolos ineficaces. En resumen, si se reduce el número de infecciones que una persona tiene, no necesitará múltiples recetas de antibióticos, lo que significa que es menos probable que desarrolle resistencia a los antibióticos. Lo mejor es que, con un enfoque preventivo, es menos probable que se desarrollen múltiples infecciones con el tiempo.

Entonces, ¿cuáles son algunas formas de ayudar a prevenir una infección del tracto urinario?

1. Bebe agua, mucha y con frecuencia: beber agua te ayuda a orinar con más frecuencia a lo largo del día. Retener la orina permite que las bacterias crezcan y prosperen en la vejiga. Así que bebe.

2. Orine con frecuencia. Es bien sabido que las personas que retienen la orina durante largos periodos tienen un alto riesgo de contraer una infección urinaria. Beber mucha agua obliga a los riñones a producir más orina, lo que resulta en frecuentes idas al baño. Eliminar las bacterias mediante la micción frecuente reduce la cantidad de bacterias y su probabilidad de proliferar en las paredes de la vejiga. Por lo tanto, beba sorbos y tire de la cadena con frecuencia.

3. Evite los alimentos y bebidas azucarados. La bacteria más común que causa infecciones urinarias es la E. coli, y le encanta el azúcar porque le da energía y la ayuda a proliferar. Eliminar el azúcar dificulta la proliferación de la E. coli, lo que reduce el riesgo de infección.

4. Consumo de arándanos: Los arándanos son ricos en un compuesto llamado proantocianidinas. Actúan impidiendo que las bacterias se adhieran al tejido vesical [2] . Si las bacterias no pueden adherirse a la superficie de la vejiga, tampoco podrán infectar el tejido. Los arándanos secos, el jugo y el té de arándanos sin azúcar, así como los suplementos de arándanos, son excelentes opciones para ayudar a prevenir las infecciones urinarias. El té o las bebidas en forma de bebida son una buena opción, ya que también fomentan la ingesta de líquidos y la micción frecuente.

Otras opciones herbales incluyen la D-manosa, la gayuba y el sello de oro. Estas hierbas y compuestos naturales pueden ayudar a tratar y prevenir las infecciones del tracto urinario.

Así que, a todas ustedes, mujeres (y a ese pequeño porcentaje de hombres), si se encuentran en la farmacia buscando otra receta de antibióticos para esa terrible infección de vejiga, quizá les convenga empezar a pensar en la prevención en lugar del tratamiento.

El enfoque preventivo lo beneficia a usted, ya que reduce el número de infecciones, disminuye el riesgo de resistencia a los antibióticos y disminuye el riesgo de complicaciones de las infecciones urinarias, como daño renal irreversible.